Frente Cívico ¿Somos Mayoría? |
Lo
que redactaré a continuación es mi propia visión de los hechos y por eso
utilizaré un tono más personal. Al fin y al cabo, todo intento de objetividad
lleva en sí la propia visión del que escribe. Confío en que se puedan separar
los hechos concretos, todos ellos contrastables, de mis opiniones que no son
más que eso: opiniones.
Desde
el primer instante fuimos muchos, a lo largo de toda la geografía española, los
que nos adherimos a esa idea apartidista, plural, de búsqueda de alternativas.
Lo interpretamos como un foro en el que poder contrastar las ideas propias con las
de los demás para elaborar un programa capaz de crear un sistema diferente,
verdaderamente democrático, en el que los intereses de la gran mayoría de los
ciudadanos estén por encima de los intereses de las minorías y donde cada
ciudadano se represente a sí mismo, siendo consciente no sólo de sus derechos,
sino también de sus compromisos y de su responsabilidad en lo que ocurre en su
país. Buscábamos crear nuevas estructuras de reparto de poder que cediesen al
ciudadano el verdadero derecho a decidir y no sólo a delegar.
El
4 de Julio de 2012, el Colectivo Prometeo, publica en su blog un formulario que
nos permitirá a los interesados en colaborar con el FCSM registrarnos con
nuestros datos personales. El 17 del mismo mes, algunos recibíamos un mensaje
de confirmación en nuestro correo electrónico y al día siguiente, la notificación
del alta en una lista de correo de Googlegroups con el fin de “poder comunicaros de manera mas operativa”.
A
través de este grupo comenzamos las presentaciones y los primeros contactos
entre los miembros adheridos de nuestra localidad. Nuestro
primer cometido fue nombrar un: “responsable, o
coordinador, o enlace” el objetivo era que: “cada
grupo provincial tenga autonomía propia” pero se nos pedía que: “Lo único que os pedimos es que no cese la comunicación” para evitar “que cada provincia de tiros en una dirección distinta.”
La
elección de ese enlace fue sencilla, un compañero se ofreció y, dado que, al
menos aparentemente, ninguno nos conocíamos, todos coincidimos en aceptarle como
coordinador. Pronto
convocamos la primera reunión. El 28 de julio, nos juntamos 16 personas en un
pequeño local que un compañero nos ofreció amablemente.
He
de decir que, desde esa primera reunión, todos pudimos notar el esfuerzo de un
pequeño grupo de personas por hacerse con el control del grupo. Por naturaleza,
unos somos más pacientes que otros y me pareció normal y en ocasiones hasta
bueno que eso ocurriera para consolidar en el grupo una cierta rutina de
diálogo que, quizá los menos acostumbrados al trabajo en equipo, no tenían. Lo
que entonces no se me pasó por la cabeza es que ese control se iba a
transformar en lo que después lo ha hecho.
Algunos
concebimos la figura de un líder más como timonel que como capitán. Un miembro
más del equipo que sólo pone rumbo adonde el grupo decide. Frente a esta
postura, están los que prefieren un capitán al que rodear y que decida qué
rumbo tomar. Siempre hay quien necesita que las cosas sigan por el cauce que
tienen por correcto y se resiste a cualquier otra opción.
Comenzamos
presentándonos. Yo fui el segundo en hacerlo. He de reconocer que me excedí en
el tiempo porque creí que era importante que la gente supiera qué motivos me
habían llevado hasta allí y cuál era la experiencia que ponía al servicio del
grupo. Una compañera me hizo ver mi error diciendo que no estábamos allí para
“hacer terapia de grupo” por lo que pedí disculpas y pasé la palabra al
siguiente.
Reconozco
mi falta. Gracias a ella, todo el grupo lo sabía casi todo de mí, mientras yo me
quedaba sin saber nada acerca de con quién iba a compartir “trinchera”.
En
aquella reunión, el compañero Chus ofreció unos estatutos que él mismo había
redactado junto con la compañera Belén (ambos abogados con muchos años de
profesión) y que estaban basados en su experiencia en las asambleas del 15M en
Puerta del Sol y que, aunque en principio fueron concebidos para constituir un
partido político, los dejan en nuestras manos para estudiarlos, debatirlos y
modificarlos en lo que nos pareciera oportuno. Extrañamente, estos estatutos, no
se tuvieron en cuenta, nadie pareció interesarse por ellos. Lo importante era
el debate y “la situación apremiaba”. Seguimos pues adelante sin normas ni
estatutos.
En
esa reunión se confirmó como coordinador al compañero que ya estaba ejerciendo
dicha tarea y cuya misión sería hacer de contacto entre nosotros y Córdoba y se
nombró una coordinadora más para comunicación y redes sociales. Se
decide también abrir un foro de debate en internet de lo que se encarga nuestro
coordinador.
También acordamos firmar el modelo de acta de adhesión que Córdoba nos había enviado.
Tras
esa reunión, una compañera anuncia que se va del grupo y varios asistentes no
vuelven a dar señales de vida.
Para no
resultar demasiado extenso, y demostrar mi propósito de enmienda en la falta de
la que fui acusado, trataré de abreviar lo sucedido en las siguientes sesiones. Será difícil, lo siento.
La siguiente
reunión no fue tan bien para mí. Nos cambiamos a un local frío, húmedo y oscuro,
aunque más espacioso, que otro compañero nos ofreció.
Entre
la primera reunión y esta segunda, me tomé la molestia de leer la propuesta de
estatutos de los compañeros Belén y Chus. Contacté con ellos, me explicaron su
idea y me di cuenta de que la manera de trabajar que proponían en esos estatutos,
aunque fuera tomando forma de asociación o de cualquier otro tipo de
organización que no fuera un partido, solucionaría casi todos los problemas a
los que nos estábamos enfrentando.
En
la reunión propuse al grupo que leyeran esos estatutos, propuesta que fue
acogida con silencio. Luego, tras una de mis intervenciones, una compañera, me
atacó personalmente poniendo en mi boca cosas que yo no dije y tergiversando
otras, al pedir la palabra para defenderme, me la negó. A pesar de que muchos
se quedaron callados, hubo alguien que me otorgó el derecho de réplica y
respondí. Se me critica por dos cosas: defender la paridad y considerar que hay
un “nosotros” y un “ellos” entendiendo por nosotros los que hemos tomado
conciencia de la gravedad de la situación y queremos cambiarla y por ellos
aquellas personas que no están en el FC que siguen soñando con que tarde o
temprano todo se arreglará. Respecto al primer punto, no tenéis más que ver la
lista de la comisión de organización nombrada por Anguita 13 hombres y una
mujer. Y respecto al segundo podéis echar un vistazo a los resultados
electorales del pasado 21 de octubre.
Por
motivos personales, tuve que ausentarme antes de tiempo. Por lo que me han
contado, a partir de ahí parece que el debate se acalora. En esa reunión se
decide que el correo no es un buen método para comunicarse por la acumulación
de mensajes y se propone que el debate se lleve al foro y que el grupo de
correo se limite a comunicados generales. El resultado es: un foro en el que
están registrados menos de un tercio de los miembros y en el que menos de 20
personas hemos publicado algo y que poco a poco ha ido enmudeciendo. A título
anecdótico diré que llama la atención que, cual perro del hortelano, algún
defensor acérrimo del corte de comunicaciones a través del grupo de google y del
traslado del debate al foro en lugar del grupo de correo, se niegue a registrarse
en este último por contener publicidad.
Y
llegó la tercera reunión. Asistimos sólo 8 personas.
Sí,
es posible que el verano sea una mala época, pero la reunión más multitudinaria
hasta la fecha, había sido el 12 de agosto y, aunque sé que era época de
vacaciones, “los malos” no descansan para seguir con sus planes.
No vi muy correcto que 8 personas pudieran tomar decisiones por un
grupo que entonces creía formado por 57 y recordé que asuntos como el
quórum necesario, son cuestiones que se establecen en los estatutos y que marcan
las reglas del juego que entre otras cosas son las que nos definen. En esta
reunión se dijeron cosas como que el que no acate las decisiones del grupo
tendrá que marcharse, que si todo el mundo está convocado, el que no pueda
venir que se fastidie, aunque bien es cierto que esto se corrigió luego cuando
alguien mencionó que hay una compañera que cuida a un enfermo con Alzheimer y
no puede asistir a las reuniones presenciales.
Dadas
las cuestiones que se estaban planteando, hice hincapié en que era importante
que leyeran los estatutos que proponía nuestro compañero porque su estructura
organizativa me parecía algo revolucionario y una solución perfecta para evitar
que este grupo acabe siendo tutelado por cualquier partido, por un grupo
minoritario o convirtiéndose en la típica estructura clientelar en la que
indefectiblemente acaban convirtiéndose los partidos políticos.
Yo
no tengo por qué leer los estatutos de nadie. Si mañana cuatro personas
presentan cuatro estatutos diferentes ¿vamos a tener que leerlos todos? Me
importan poco los estatutos, lo importante es el debate político, en Málaga van
mucho más adelantados que nosotros. Esos fueron algunos de los comentarios con
los que se respondió a mi propuesta. Comentarios que no entrecomillo porque no
recuerdo las palabras exactas.
Mi
contestación fue que sí, que creía que si un compañero proponía algo, como
mínimo deberíamos atender su propuesta y máxime una de este estilo que
considero una solución y no un problema. Pero, el compromiso, a regañadientes,
de echar un vistazo a esos estatutos, no llegó hasta que un compañero comentó
que los había leído y que le parecían interesantes aunque no los había
entendido del todo. Es verdad que la jerga legal es compleja pero teníamos la
suerte de contar en el grupo con más de una persona que nos la podía explicar.
Se
me comisiona entonces para hacer un informe junto con otros dos compañeros
sobre la plataforma VirtualPol, una web en la que el Colectivo Prometeo parece
mostrar mucho interés en promocionar, hasta el punto en que censuran un inocente
comentario mío en su blog en el que advierto que toda plataforma de este tipo
está sujeta a un administrador que tiene acceso ilimitado a su base su datos.
Se
sigue insistiendo en prohibir el grupo de correo para el debate y empiezo a
darme cuenta de que la mayoría de los cinco o seis que a estas alturas dirigen
ya el grupo, tienen un extraño miedo a la libertad ajena y así se lo hago
saber.
Empiezo
a darme cuenta de que mi aportación a este grupo, empieza a resultar incómoda
tanto para ellos como para mí y redacto un correo que envío a todos utilizando
googlegroups donde me abro con sinceridad para mostrar mi malestar y mis dudas
sobre el cariz que está tomando el Frente Cívico en nuestra localidad: “...el principal enemigo de la libertad es el poder y sólo
estructurando una forma de gestionarlo en la que no sea posible que las
organizaciones se enquisten en él para crear sus redes clientelares, podremos
atisbar un cambio verdadero...”
El
apoyo de una muy pequeña parte, el silencio de la gran mayoría y algunas
críticas a mis espaldas fueron la respuesta.
Decido
entonces no asistir a más reuniones hasta que se debatan unos estatutos y
tengamos unas normas de juego a las que atenernos todos y que me permitan saber
si estoy en un grupo con capitanes o timoneles, o dicho de otro modo, si estoy
en el germen de otro partido político más o en un ágora.
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