martes, 3 de octubre de 2017

El perverso lenguaje


Yo también estoy triste, preocupado, avergonzado. En esta malvada y absurda batalla entre un gobierno que desprecia la opinión de sus ciudadanos y otro que desprecia la ley, existe una palabra para todo, incluso para definir a gente como yo. Nos llaman los “equidistantes”. 

Quizá sea el resultado de tantas reformas educativas que no cuajan, pero tengo la impresión de que hemos “desaprendido” como conjugar algunos verbos: yo tengo razón, tú te equivocas, él miente. Yo amo, tú odias, él desprecia. Yo sé, tú desconoces, él cree. Esto es lo que se oye en las calles y como en todas las grandes batallas, mientras tanto, los generales se sientan cómodamente en la retaguardia mientras el pueblo sangra y las palabras siguen chocando en el aire, esparciendo semillas de odio que tardarán muchos años o muchos razonamientos sanos en desaparecer. Choca democracia con estado de derecho, derechos con libertades, y chocan porras contra cabezas.

Y otra vez hermanos enfrentados, familias rotas, amigos perdidos. Y de nuevo A o B, blanco o negro, conmigo o contra mí.

¿Qué hemos aprendido? ¿De qué nos han servido miles de años de historia si no conseguimos que deje de repetirse?


Y ahora tengo miedo, porque como dicen las reglas de todas las lenguas del mundo, las frases que empiezan por odio, terminan por muerte.

Publicado en XL Semanal Nº 1565 El bloc del cartero