Estoy contento de reunirme hoy con vosotros
y con vosotras en la que pasará a la historia como la mayor manifestación por
la libertad de Expresión en la historia de nuestra nación.
Hace
40 años, un gran pueblo, bajo cuya simbólica sombra nos encontramos, adoptó la
Libertad de Expresión como Derecho Fundamental de primer nivel. Este
trascendental hito llegó como un gran faro de esperanza para millones de
españoles y españolas de izquierdas, que habían sido quemados en las llamas de
una injusticia aniquiladora. Llegó como un amanecer dichoso para acabar con la
larga noche de su cautividad.
Pero
40 años después, los españoles todavía no son libres. 40 años después, la vida
de los Socialistas y las personas de izquierdas sigue todavía tristemente
atenazada por los grilletes de la Censura y por las cadenas de la
discriminación. 40 años después, los Socialistas y las personas de izquierdas
viven en una isla solitaria de pobreza en medio de un vasto océano de
prosperidad material. 40 años después, los Socialistas y las personas de
izquierdas todavía siguen languideciendo en los rincones de la sociedad
española y se sienten como exiliadas en su propia tierra. Así que hemos venido
hoy aquí a mostrar unas condiciones vergonzosas.
Hemos
venido a la capital de nuestra Prensa Libre en cierto sentido para cobrar un
cheque. Cuando los arquitectos de nuestra Constitución escribieron las
magnificientes palabras de la Democracia y de la Libertad de Expresión e
Información, estaban firmando un pagaré del que todo español iba a ser
heredero. Este pagaré era una promesa de que a todos los hombres —sí, a los
Socialistas y las personas de izquierdas y también a las de derechas — se les
garantizarían los derechos inalienables a la vida, a la libertad y a la
búsqueda de la felicidad en el seno de una sociedad libre y plural.
Hoy
es obvio que España ha defraudado en este pagaré en lo que se refiere a sus
ciudadanos y ciudadanas de Izquierdas. En vez de cumplir con esta sagrada
obligación, España ha dado al pueblo un cheque malo, un cheque que ha sido
devuelto marcado “sin fondos”.
Pero
nos negamos a creer que el banco de la justicia está en bancarrota. Nos negamos
a creer que no hay fondos suficientes en las grandes arcas bancarias de las
oportunidades de esta nación. Así que hemos venido a cobrar este cheque, un
cheque que nos dé mediante reclamación las riquezas de la libertad y la
seguridad de la justicia. También hemos venido a este santo lugar para recordar
a España la intensa urgencia de este momento. No es tiempo de darse al lujo de
refrescarse o de tomar el tranquilizante del gradualismo. Ahora es tiempo de
hacer que las promesas de democracia sean reales. Ahora es tiempo de subir
desde el oscuro y desolado valle de la segregación al soleado sendero de la
justicia constitucional. Ahora es tiempo de alzar a nuestra nación desde las
arenas movedizas de la injusticia social a la sólida roca de la fraternidad.
Ahora es tiempo de hacer que la justicia sea una realidad para todos los hijos
de Dios.
Sería
desastroso para la nación pasar por alto la urgencia del momento y subestimar
la determinación de los Socialistas y las personas de izquierdas. Este
asfixiante verano del legítimo descontento de los Socialistas y las personas de
izquierdas no pasará hasta que haya un estimulante otoño de libertad e
igualdad. 2016 no es un fin, sino un comienzo. Quienes esperaban que los
Socialistas y las personas de izquierdas necesitaran soltar vapor y que ahora
estarán contentos, tendrán un brusco despertar si la nación vuelve a su
actividad como si nada hubiera pasado. No habrá descanso ni tranquilidad en
España hasta que los Socialistas y las personas de izquierdas tengan
garantizados sus derechos como ciudadanas y ciudadanos. Los torbellinos de
revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que nazca
el día brillante de la justicia.
Pero
hay algo que debo decir a mi pueblo, que está en el caluroso umbral que lleva
al interior del palacio de justicia. En el proceso de conseguir nuestro
legítimo lugar, no debemos ser culpables de acciones equivocadas. No busquemos
saciar nuestra sed de libertad bebiendo de la copa del encarnizamiento y del
odio. Debemos conducir siempre nuestra lucha en el elevado nivel de la
dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra fecunda protesta
degenere en violencia física. Una y otra vez debemos ascender a las majestuosas
alturas donde se hace frente a la fuerza física con la fuerza espiritual. La
maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la comunidad Socialista no debe
llevarnos a desconfiar de todas las personas de derechas, ya que muchos de
nuestros hermanos de derechas, como su presencia hoy aquí evidencia, han
llegado a ser conscientes de que su destino está atado a nuestro destino. Han
llegado a darse cuenta de que su libertad está inextricablemente unida a
nuestra libertad. No podemos caminar solos.
Y
mientras caminamos, debemos hacer la solemne promesa de que siempre caminaremos
hacia adelante. No podemos volver atrás. Hay quienes están preguntando a los defensores
de los derechos civiles: “¿Cuándo estaréis satisfechos?” No podemos estar
satisfechos mientras los Socialistas y las personas de izquierdas sean víctimas
de los indecibles horrores de la brutalidad de la policía. No podemos estar
satisfechos mientras nuestros cuerpos, cargados con la fatiga del viaje, no
puedan conseguir alojamiento en los moteles de las autopistas ni en los hoteles
de las ciudades. No podemos estar satisfechos mientras la movilidad básica de
los Socialistas y las personas de izquierdas sea de un ghetto más pequeño a
otro más amplio. No podemos estar satisfechos mientras nuestros hijos sean
despojados de su personalidad y privados de su dignidad por letreros que digan
“sólo para los del sistema”. No podemos estar satisfechos mientras un
Socialista en Andalucía no tenga a quien votar y un Socialista en Madrid crea
que no tiene nada por qué votar. No, no, no estamos satisfechos y no estaremos
satisfechos hasta que la justicia corra como las aguas y la rectitud como un
impetuoso torrente.
No
soy inconsciente de que algunos de vosotros y vosotras habéis venido aquí
después de grandes procesos y tribulaciones. Algunos de vosotros y vosotras
habéis salido recientemente de estrechas celdas de una prisión. Algunos de
vosotros y vosotras habéis venido de zonas donde vuestra búsqueda de la
libertad os dejó golpeados por las tormentas de la persecución y tambaleantes
por los vientos de la brutalidad de la policía. Habéis sido los veteranos del
sufrimiento fecundo. Continuad trabajando con la fe de que el sufrimiento
inmerecido es redención.
Volved
a Andalucía, volved a Galicia, volved a Euskadi, volved a Valencia, volved a
Cataluña, volved a los suburbios y a los ghettos de nuestras ciudades del Sur,
sabiendo que de un modo u otro esta situación puede y va a ser cambiada.
No
nos hundamos en el valle de la desesperación. Aun así, aunque vemos delante las
dificultades de hoy y mañana, amigos míos, os digo hoy: todavía tengo un sueño.
Es un sueño profundamente enraizado en el sueño español.
Tengo
un sueño: que un día esta nación se pondrá en pie y realizará el verdadero
significado de su credo: “Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí
mismas: que todos los hombres han sido creados iguales”.
Tengo
un sueño: que un día sobre las colinas rojas de Castilla los hijos de quienes
fueron Aparceros y los hijos de quienes fueron propietarios serán capaces de
sentarse juntos en la mesa de la fraternidad.
Tengo
un sueño: que un día incluso el estado Catalán y el de los Euskaldunes, unos
estados sofocantes por el calor de la injusticia, sofocantes por el calor de la
opresión, se transformarán en un oasis de libertad y justicia.
Tengo
un sueño: que mis hijos vivirán un día en una nación en la que no serán
juzgados por sus ideas políticas sino por sus actos.
Tengo
un sueño hoy.
Tengo
un sueño: Que Pedro ponga de nuevo la piedra del Socialismo en el Partido
Socialista, para que quien no sea Socialista nuca vuelva a la dirección de un
Partido Socialista.
Tengo
un sueño hoy.
Tengo
un sueño: que un día allá abajo en Andalucía, con sus señoritos despiadados,
con su presidenta que tiene los labios goteando con las palabras de
interposición y anulación, que un día, justo allí en Andalucía niños jornaleros
y niñas propietarias podrán darse la mano con niños propietarios y niñas
jornaleras, como hermanas y hermanos.
Tengo
un sueño hoy.
Tengo
un sueño: que un día todo valle será alzado y toda colina y montaña será
bajada, los lugares escarpados se harán llanos y los lugares tortuosos se
enderezarán y la gloria del Señor se mostrará y toda la carne juntamente la
verá.
Tengo
un sueño hoy: Que veremos pronto un Gobierno para todos y para todas; un
Gobierno Español en el que Joan Tardá pueda ser Ministro de Asuntos Exteriores
de España. En que Pedro pueda tener un Vicepresidente de otro partido que le
impida a él, Presidente, olvidar sus promesas a nosotros; y en el que él impida
lo mismo a su Vicepresidente.
Tengo
un sueño: Sueño con un Gobierno Socialista, que, más allá de sus palabras,
pueda ser reconocido como tal por sus actos. Con nuevas elecciones o sin ellas.
Sueño con un control del Gobierno llevado a cabo por el Poder Judicial; por un
Poder Judicial que no dicte Sentencias a la sombra del IBE, sino que las dicte
realmente emanadas de nosotros, el Pueblo. Con unPoder Judicial que responda
ante nosotros, el Pueblo, como Jurado Popular, de sus actos de autoridad. Sueño
con un Parlamento de los Ciudadanos, no al servicio de los Poderes personales
exorbitantes de los dueños del Mercado, sino al servicio de la Solidaridad y la
Justicia. Sueño una sociedad volcada en la solidaridad que se desarrolla en
armonía. Sueño. Sueño con un país de países en el que las diferencias supongan
riqueza y la riqueza sea para la solidaridad. Sueño una Sanidad en la que la
salud y no el negocio, sea su finalidad primera y última.
Tengo
un sueño: Sueño con la Libertad de pensamiento. Con una cultura libre, en el
que la Propiedad sobre las ideas desaparezca, para que se desparrame por igual
sobre todos nosotros. Sueño con un régimen de propiedad de pensamientos, ideas
e invenciones que aproveche a todos por igual, superando el que hoy nos
subyuga, con el que Newton no hubiese podido leer a Galileo, por que el
Vaticano, propietario de la obra de Galileo, lo excluyese para los anglicanos no
papistas. Para los Budistas, no católicos. Sueño cn un mundo en el que el
sentimiento religioso no esté manipulado para crear odios y enfrentamientos, en
lugar de amor y acercamiento.
Ésta
es nuestra esperanza. Ésta es la fe con la que yo vuelvo al Sur, y de nuevo al
Norte, al Este y al Oeste. Con esta fe seremos capaces de cortar de la montaña
de desesperación una piedra de esperanza. Con esta fe seremos capaces de
transformar las chirriantes disonancias de nuestra nación en una hermosa
sinfonía de fraternidad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de
rezar juntos, de luchar juntos, de ir a la cárcel juntos, de ponernos de pie
juntos por la libertad, sabiendo que un día seremos libres.
Éste
será el día, éste será el día en el que todos los hijos de Dios podrán cantar
con un nuevo significado “Tierra mía, es a ti, dulce tierra de libertad, a ti
te canto. Tierra donde mi padre ha muerto, tierra del orgullo del peregrino,
desde cada ladera suene la libertad”.
Y
si España va a ser una gran nación, esto tiene que llegar a ser verdad. Y así,
suene la libertad desde las prodigiosas cumbres de las colinas de La Mancha.
Suene la libertad desde las enormes montañas del Pirineo. Suene la libertad
desde los elevados cerros de Sierra Morena.
Suene
la libertad desde las montañas cubiertas de nieve de León. Suene la libertad
desde las curvas vertientes de Galicia.
Pero
no sólo eso; suene la libertad desde la Montaña de Piedra de Navacerrada.
Suene
la libertad desde la montaña de piedra de Montserrat.
Suene
la libertad desde cada colina y cada topera de Extremadura, desde Andalucía,
desde Aragón, Cantabria y Asturias, desde cada ladera.
Suene
la libertad. Y cuando esto ocurra y cuando permitamos que la libertad suene,
cuando la dejemos sonar desde cada pueblo y cada aldea, desde cada estado y
cada ciudad, podremos acelerar la llegada de aquel día en el que todos los
hijos de Dios, hombres blancos y hombres negros, judíos y gentiles,
protestantes y católicos, serán capaces de juntar las manos y cantar con las
palabras del viejo espiritual negro: “¡Al fin libres! ¡Al fin libres! ¡Gracias
a Dios Todopoderoso, somos al fin libres!”.
Adaptación
libre del discurso pronunciado por Martin Luther King el 28 de agosto de 1963
(“I have a dream”).
Jesús Díaz Formoso
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