viernes, 23 de septiembre de 2016

Ayer y hoy del 15M

Hace ya cinco años de aquel 15 de mayo en el que, presuntamente, un SMS enviado por sabe dios quien, se extendió de forma viral y movilizó a miles de ciudadanos animándolos a tomar las plazas y, siguiendo el consejo de Stéphane Hessel en su libro “¡Indignaos!”, publicado justamente el año anterior, mostrar su indignación contra un sistema que ha demostrado una y otra vez no tener ninguna consideración o siquiera el mínimo aprecio por el bienestar de los ciudadanos y por la defensa de sus derechos fundamentales.

Las flagrantes injusticias de los sucesivos gobiernos que se mostraron sin vergüenza, fuertes con los débiles y débiles con los fuertes, alimentaron de indignación la voluntad de cientos de miles de ciudadanos que deseaban morir como súbditos para renacer como personas libres.

La historia se ha escrito siempre de arriba abajo, y en sus libros se habla casi exclusivamente del poder y de lo que los seres humanos son capaces de hacer por poseerlo.

La RAE es prolija en definiciones de la palabra poder, pero quizá la que mejor describa, en mi opinión, ese concepto sea la siguiente: “Dominio, imperio, facultad y jurisdicción que alguien tiene para mandar o ejecutar algo.” El verdadero poder es por tanto la capacidad de hacer cumplir los propios deseos, la posibilidad de guiar, orientar o incluso doblegar las voluntades ajenas, igual da el fin con que se haga, o más simple aún, la facultad de ser obedecido.

Como seres gregarios, necesitamos normas de convivencia, como jerárquicos, necesitamos un pastor que nos guíe pero, ¿somos todos gregarios y todos jerárquicos? Rotundamente no.

De igual modo que hay personas que socializan con dificultad y buscan deliberadamente la soledad, también hay gente que rechaza el sometimiento a una voluntad ajena y viceversa. Son por tanto enemigos del poder en cuanto que si su actitud se extendiera a toda la sociedad, el concepto de poder, dejaría de tener sentido alguno.

Quizá una buena parte de los que salieron a la calle el 15M eran de esta clase y lo digo basándome en el desencanto que a cinco años vista percibimos en muchos de aquellos que con tanta desconfianza replegaron sus tiendas de campaña en la Puerta del Sol de Madrid el día que todo terminó. No huían, sólo creían que aquello continuaría hasta tomar la forma que tanto deseaban.

Se usaban palabras grandilocuentes como “empoderamiento” o “transversalidad” palabras que suenan a música celestial en los oídos de un no jerárquico y que, unidas a otra no menos hermosa: “igualdad”, le hacen creer a uno que la libertad personal no es una quimera, sino simplemente una utopía cercana.

Todo parecía ir encaminado, hasta que, poco a poco las bambalinas fueron dejando entrever lo que tras ese movimiento había. Muchos, los gregarios jerárquicos, han encontrado sus nuevos pastores y siguen, sirven y defienden con vehemencia a sus nuevos líderes y confían ciegamente en ellos porque saben, equivocados o no, que les guiarán bien. Otros, los no jerárquicos, se han desencantado ya de todo aquel espejismo, tras ver lo que la implacable verdad fue dejando ver, que el problema sigue estando en el poder mismo y la incapacidad de quienes lo desean de no embriagarse de él.

Era evidente que los poderosos que se sentían amenazados, iban a activar todas sus defensas y revisar con lupa a los nuevos candidatos a salvadores patrios, y entre cientos de mentiras publicadas en los mentideros oficiales de uno y otro color, se colaba de vez en cuando alguna verdad para la que no se encontraba una explicación satisfactoria.

Así, aparecieron millones de euros de subvenciones de orígenes diversos, negados unas veces y admitidos otras, maniobras de dudosa legitimidad en los centros universitarios de los que algunos de estos nuevos rostros procedían, y financiaciones de países extranjeros, que, si bien se negaron una y otra vez incluso en sede judicial, no recibieron explicaciones adecuadas, puesto que se trataba de donaciones canalizadas a través de terceros, de modo que puede que A no financie a B, pero también puede que A financie a C y que sea C quien financie luego a B, maniobra extraordinariamente simple que tranquiliza al sistema judicial y sin duda alguna a los jerárquicos, pero en absoluto a quienes no lo son.

Hoy todo parece claro. Los nuevos líderes resultaron ser como los viejos, y la nueva política, resulta que peinaba canas y usaba crema antiarrugas.

El parlamento ha ganado en colorido, ahora los que no nos representan son más jóvenes, visten de manera informal, - perdón, quizá debí haber dicho: “casual”- lucen cuidadas melenas y rastas, modifican las fórmulas de juramento para hacerse notar y aplauden sólo a los suyos porque hay que defender el territorio ideológico como propio, aunque a veces sea coincidente al 100% con el del “enemigo”.

Han demostrado adaptarse rápido a la retórica del resorte, esa que salta automáticamente cuando alguien ataca a un compañero de partido y que nos permite ocultar la verdad un rato en el bolsillo trasero de nuestro vaquero de Zara, hasta que el rubor se calme, sabedores ya de que, con el tiempo, el rubor dejará de existir, y la verdad anidará permanentemente en el cajón de la mesilla de noche, donde las cosas no molestan ni para dormir.

El movimiento resultó ser como el capote de un torero que escondía la pared contra la que nos descornamos una vez más, como ese golpe de estado que el dictador se organiza a sí mismo para controlar a los disidentes.

¿Y ahora qué? se preguntan lo desencantados. Pues ahora sólo queda analizar los errores y volver a empezar, o tirar la toalla y esperar la muerte sentados en un rincón, empapando el suelo con las babas de nuestras quejas y el agua que salpique de nuestros baños de autocompasión que irán creciendo hasta ahogarnos.

martes, 6 de septiembre de 2016

Tengo un sueño.


Estoy contento de reunirme hoy con vosotros y con vosotras en la que pasará a la historia como la mayor manifestación por la libertad de Expresión en la historia de nuestra nación.

Hace 40 años, un gran pueblo, bajo cuya simbólica sombra nos encontramos, adoptó la Libertad de Expresión como Derecho Fundamental de primer nivel. Este trascendental hito llegó como un gran faro de esperanza para millones de españoles y españolas de izquierdas, que habían sido quemados en las llamas de una injusticia aniquiladora. Llegó como un amanecer dichoso para acabar con la larga noche de su cautividad.

Pero 40 años después, los españoles todavía no son libres. 40 años después, la vida de los Socialistas y las personas de izquierdas sigue todavía tristemente atenazada por los grilletes de la Censura y por las cadenas de la discriminación. 40 años después, los Socialistas y las personas de izquierdas viven en una isla solitaria de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad material. 40 años después, los Socialistas y las personas de izquierdas todavía siguen languideciendo en los rincones de la sociedad española y se sienten como exiliadas en su propia tierra. Así que hemos venido hoy aquí a mostrar unas condiciones vergonzosas.

Hemos venido a la capital de nuestra Prensa Libre en cierto sentido para cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra Constitución escribieron las magnificientes palabras de la Democracia y de la Libertad de Expresión e Información, estaban firmando un pagaré del que todo español iba a ser heredero. Este pagaré era una promesa de que a todos los hombres —sí, a los Socialistas y las personas de izquierdas y también a las de derechas — se les garantizarían los derechos inalienables a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad en el seno de una sociedad libre y plural.

Hoy es obvio que España ha defraudado en este pagaré en lo que se refiere a sus ciudadanos y ciudadanas de Izquierdas. En vez de cumplir con esta sagrada obligación, España ha dado al pueblo un cheque malo, un cheque que ha sido devuelto marcado “sin fondos”.

Pero nos negamos a creer que el banco de la justicia está en bancarrota. Nos negamos a creer que no hay fondos suficientes en las grandes arcas bancarias de las oportunidades de esta nación. Así que hemos venido a cobrar este cheque, un cheque que nos dé mediante reclamación las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia. También hemos venido a este santo lugar para recordar a España la intensa urgencia de este momento. No es tiempo de darse al lujo de refrescarse o de tomar el tranquilizante del gradualismo. Ahora es tiempo de hacer que las promesas de democracia sean reales. Ahora es tiempo de subir desde el oscuro y desolado valle de la segregación al soleado sendero de la justicia constitucional. Ahora es tiempo de alzar a nuestra nación desde las arenas movedizas de la injusticia social a la sólida roca de la fraternidad. Ahora es tiempo de hacer que la justicia sea una realidad para todos los hijos de Dios.

Sería desastroso para la nación pasar por alto la urgencia del momento y subestimar la determinación de los Socialistas y las personas de izquierdas. Este asfixiante verano del legítimo descontento de los Socialistas y las personas de izquierdas no pasará hasta que haya un estimulante otoño de libertad e igualdad. 2016 no es un fin, sino un comienzo. Quienes esperaban que los Socialistas y las personas de izquierdas necesitaran soltar vapor y que ahora estarán contentos, tendrán un brusco despertar si la nación vuelve a su actividad como si nada hubiera pasado. No habrá descanso ni tranquilidad en España hasta que los Socialistas y las personas de izquierdas tengan garantizados sus derechos como ciudadanas y ciudadanos. Los torbellinos de revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que nazca el día brillante de la justicia.

Pero hay algo que debo decir a mi pueblo, que está en el caluroso umbral que lleva al interior del palacio de justicia. En el proceso de conseguir nuestro legítimo lugar, no debemos ser culpables de acciones equivocadas. No busquemos saciar nuestra sed de libertad bebiendo de la copa del encarnizamiento y del odio.  Debemos conducir siempre nuestra lucha en el elevado nivel de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra fecunda protesta degenere en violencia física. Una y otra vez debemos ascender a las majestuosas alturas donde se hace frente a la fuerza física con la fuerza espiritual. La maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la comunidad Socialista no debe llevarnos a desconfiar de todas las personas de derechas, ya que muchos de nuestros hermanos de derechas, como su presencia hoy aquí evidencia, han llegado a ser conscientes de que su destino está atado a nuestro destino. Han llegado a darse cuenta de que su libertad está inextricablemente unida a nuestra libertad. No podemos caminar solos.

Y mientras caminamos, debemos hacer la solemne promesa de que siempre caminaremos hacia adelante. No podemos volver atrás. Hay quienes están preguntando a los defensores de los derechos civiles: “¿Cuándo estaréis satisfechos?” No podemos estar satisfechos mientras los Socialistas y las personas de izquierdas sean víctimas de los indecibles horrores de la brutalidad de la policía. No podemos estar satisfechos mientras nuestros cuerpos, cargados con la fatiga del viaje, no puedan conseguir alojamiento en los moteles de las autopistas ni en los hoteles de las ciudades. No podemos estar satisfechos mientras la movilidad básica de los Socialistas y las personas de izquierdas sea de un ghetto más pequeño a otro más amplio. No podemos estar satisfechos mientras nuestros hijos sean despojados de su personalidad y privados de su dignidad por letreros que digan “sólo para los del sistema”. No podemos estar satisfechos mientras un Socialista en Andalucía no tenga a quien votar y un Socialista en Madrid crea que no tiene nada por qué votar. No, no, no estamos satisfechos y no estaremos satisfechos hasta que la justicia corra como las aguas y la rectitud como un impetuoso torrente.

No soy inconsciente de que algunos de vosotros y vosotras habéis venido aquí después de grandes procesos y tribulaciones. Algunos de vosotros y vosotras habéis salido recientemente de estrechas celdas de una prisión. Algunos de vosotros y vosotras habéis venido de zonas donde vuestra búsqueda de la libertad os dejó golpeados por las tormentas de la persecución y tambaleantes por los vientos de la brutalidad de la policía. Habéis sido los veteranos del sufrimiento fecundo. Continuad trabajando con la fe de que el sufrimiento inmerecido es redención.

Volved a Andalucía, volved a Galicia, volved a Euskadi, volved a Valencia, volved a Cataluña, volved a los suburbios y a los ghettos de nuestras ciudades del Sur, sabiendo que de un modo u otro esta situación puede y va a ser cambiada.

No nos hundamos en el valle de la desesperación. Aun así, aunque vemos delante las dificultades de hoy y mañana, amigos míos, os digo hoy: todavía tengo un sueño. Es un sueño profundamente enraizado en el sueño español.

Tengo un sueño: que un día esta nación se pondrá en pie y realizará el verdadero significado de su credo: “Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas: que todos los hombres han sido creados iguales”.

Tengo un sueño: que un día sobre las colinas rojas de Castilla los hijos de quienes fueron Aparceros y los hijos de quienes fueron propietarios serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la fraternidad.

Tengo un sueño: que un día incluso el estado Catalán y el de los Euskaldunes, unos estados sofocantes por el calor de la injusticia, sofocantes por el calor de la opresión, se transformarán en un oasis de libertad y justicia.

Tengo un sueño: que mis hijos vivirán un día en una nación en la que no serán juzgados por sus ideas políticas sino por sus actos.

Tengo un sueño hoy.

Tengo un sueño: Que Pedro ponga de nuevo la piedra del Socialismo en el Partido Socialista, para que quien no sea Socialista nuca vuelva a la dirección de un Partido Socialista.

Tengo un sueño hoy.

Tengo un sueño: que un día allá abajo en Andalucía, con sus señoritos despiadados, con su presidenta que tiene los labios goteando con las palabras de interposición y anulación, que un día, justo allí en Andalucía niños jornaleros y niñas propietarias podrán darse la mano con niños propietarios y niñas jornaleras, como hermanas y hermanos.

Tengo un sueño hoy.

Tengo un sueño: que un día todo valle será alzado y toda colina y montaña será bajada, los lugares escarpados se harán llanos y los lugares tortuosos se enderezarán y la gloria del Señor se mostrará y toda la carne juntamente la verá.

Tengo un sueño hoy: Que veremos pronto un Gobierno para todos y para todas; un Gobierno Español en el que Joan Tardá pueda ser Ministro de Asuntos Exteriores de España. En que Pedro pueda tener un Vicepresidente de otro partido que le impida a él, Presidente, olvidar sus promesas a nosotros; y en el que él impida lo mismo a su Vicepresidente.

Tengo un sueño: Sueño con un Gobierno Socialista, que, más allá de sus palabras, pueda ser reconocido como tal por sus actos. Con nuevas elecciones o sin ellas. Sueño con un control del Gobierno llevado a cabo por el Poder Judicial; por un Poder Judicial que no dicte Sentencias a la sombra del IBE, sino que las dicte realmente emanadas de nosotros, el Pueblo. Con unPoder Judicial que responda ante nosotros, el Pueblo, como Jurado Popular, de sus actos de autoridad. Sueño con un Parlamento de los Ciudadanos, no al servicio de los Poderes personales exorbitantes de los dueños del Mercado, sino al servicio de la Solidaridad y la Justicia. Sueño una sociedad volcada en la solidaridad que se desarrolla en armonía. Sueño. Sueño con un país de países en el que las diferencias supongan riqueza y la riqueza sea para la solidaridad. Sueño una Sanidad en la que la salud y no el negocio, sea su finalidad primera y última.

Tengo un sueño: Sueño con la Libertad de pensamiento. Con una cultura libre, en el que la Propiedad sobre las ideas desaparezca, para que se desparrame por igual sobre todos nosotros. Sueño con un régimen de propiedad de pensamientos, ideas e invenciones que aproveche a todos por igual, superando el que hoy nos subyuga, con el que Newton no hubiese podido leer a Galileo, por que el Vaticano, propietario de la obra de Galileo, lo excluyese para los anglicanos no papistas. Para los Budistas, no católicos. Sueño cn un mundo en el que el sentimiento religioso no esté manipulado para crear odios y enfrentamientos, en lugar de amor y acercamiento.

Ésta es nuestra esperanza. Ésta es la fe con la que yo vuelvo al Sur, y de nuevo al Norte, al Este y al Oeste. Con esta fe seremos capaces de cortar de la montaña de desesperación una piedra de esperanza. Con esta fe seremos capaces de transformar las chirriantes disonancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de ir a la cárcel juntos, de ponernos de pie juntos por la libertad, sabiendo que un día seremos libres.

Éste será el día, éste será el día en el que todos los hijos de Dios podrán cantar con un nuevo significado “Tierra mía, es a ti, dulce tierra de libertad, a ti te canto. Tierra donde mi padre ha muerto, tierra del orgullo del peregrino, desde cada ladera suene la libertad”.
 Y si España va a ser una gran nación, esto tiene que llegar a ser verdad. Y así, suene la libertad desde las prodigiosas cumbres de las colinas de La Mancha. Suene la libertad desde las enormes montañas del Pirineo. Suene la libertad desde los elevados cerros de Sierra Morena.

Suene la libertad desde las montañas cubiertas de nieve de León. Suene la libertad desde las curvas vertientes de Galicia.

Pero no sólo eso; suene la libertad desde la Montaña de Piedra de Navacerrada.
Suene la libertad desde la montaña de piedra de Montserrat.
Suene la libertad desde cada colina y cada topera de Extremadura, desde Andalucía, desde Aragón, Cantabria y Asturias, desde cada ladera.
Suene la libertad. Y cuando esto ocurra y cuando permitamos que la libertad suene, cuando la dejemos sonar desde cada pueblo y cada aldea, desde cada estado y cada ciudad, podremos acelerar la llegada de aquel día en el que todos los hijos de Dios, hombres blancos y hombres negros, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de juntar las manos y cantar con las palabras del viejo espiritual negro: “¡Al fin libres! ¡Al fin libres! ¡Gracias a Dios Todopoderoso, somos al fin libres!”.

Adaptación libre del discurso pronunciado por Martin Luther King el 28 de agosto de 1963 (“I have a dream”).


Jesús Díaz Formoso