Las patatas
no viajan a la velocidad de la luz. Y sin embargo, se mueven. Desde el
productor hasta el consumidor, pasando por los mayoristas, que la transportan
hasta el distribuidor, quien las hace llegar a los comercializadores, como
supermercados o restaurantes. Las patatas, no lo olvidemos, se pudren, por lo
que aún cuando se pueden almacenar, su vida es finita.
Imaginemos un
sistema de abastecimiento de patatas en el que el Gobierno solo autoriza a
cinco corporaciones la producción de patatas. Ese oligopolio de producción
domina el mercado entero de la patata. Crearán sus redes de distribución y
comercialización, entregando la gestión de las infraestructuras de transporte
mayorista al estado, que también podría privatizarlas.
Como quiera que todos queremos patatas a diario, constituyendo un elemento fundamental de la dieta patria, y por tanto, constituyendo un Interés General su disponibilidad, que por ello ha de ser segura en todo el territorio, y en todo momento. Por otra parte, las patatas han de llegar al consumidor manteniendo una elevada calidad. Y todo ello, al menor coste posible
A tales
fines -y obligados por la legislación de la Unión Europea-, el Gobierno
instaura un mecanismo de abastecimiento general de patatas, en el que el
oligopolio formado por los cinco únicos productores autorizados controla,
además, las empresas que distribuyen y comercializan las patatas; y que a su
vez los cinco productores están, de una u otra manera, controlados por el Poder
-fáctico- de las Grandes Corporaciones bancarias y Financieras, por el Capital
Especulativo.
Como quiera
que es el oligopolio (formado por las únicas cinco productoras de patatas
autorizadas) quien decide la cantidad que se producirá diariamente, y como
quiera que la Demanda -en el mercado de Patatas- se caracteriza por su rigidez
(la demanda no varía; ni siquiera cuando varía el precio), se produce el riesgo
evidente de que la oferta sea manipulada, generando elevaciones de precio como
consecuencia de la decisión de producir menos cantidad diaria de patatas; aún
así, la Demanda de Patatas no varía de manera apreciable.
El Gobierno,
entonces, establece un Mercado de “Patatas de Último Recurso” (PUR), en el que
se subastan las patatas que serán producidas y comercializadas como PUR en el
siguiente trimestre, y para el que reglamenta unas condiciones que permitan a
los consumidores prever y cuantificar el importe de su gasto en patatas para
los próximos tres meses.
Dicho
Mercado de PUR -que se superpone al Mercado Libre, al que concurren también los
grandes consumidores de Patatas-, parte de la base de una Oferta procedente en
su totalidad de los cinco integrantes del Oligopolio de productores,
participando como Demandantes, además de las cinco Distribuidoras del
oligopolio de ofertantes de patatas, el Capital Especulativo, que detenta el
Poder Financiero, y que, de uno u otro modo, ejerce un control de hecho sobre
los cinco integrantes del oligopolio de Productores de Patatas. Es por medio de
la Especulación que se persigue lograr que el consumidor pueda prever cuanto le
costarán las Patatas el siguiente trimestre.
Pero, ¿como
consiguen los distribuidores y comercializadores de las PUR las Patatas Reales
que han de llegar diariamente a los consumidores? Recordemos que los
Demandantes de la Subasta trimestral han comprado “a futuro”; esto es,
adquirieron (en la Subasta de PUR) unas patatas “virtuales”, inexistentes
entonces. Para ello, acuden al Mercado Libre (Mayorista), y adquieren en éste,
diariamente, las Patatas que demandarán al día siguiente los consumidores
(quienes, no conviene olvidarlo, son quienes sufragan -con sus impuestos- las
infraestructuras de transporte que permiten a las Patatas llegar desde el
Productor al Consumidor).
Será en ese
Mercado Diario, de patatas reales, que operarían las leyes del Libre Mercado.
Sin embargo, son los cinco integrantes del Oligopolio de Productores de Patatas
quienes deciden como y cuando producirlas (pues son los propietarios de los
campos en que se producen las Patatas Patrias; por Decreto.) Es decir, son
suyas las decisiones de gasto, inversión u operación. Y son también quienes
(por Decreto, de nuevo, y sin ningún tipo de supervisión ni control) fijan sus
costes de Producción. Y el Gobierno acepta como gasto la cantidad que el
Oligopolio de Productores determina como tal (y el Parlamento se opone a
cualquier género de Auditoría sobre los costes de Producción de Patatas
declarados por el oligopolio). Y esa cantidad le es debida a los integrantes
del Oligopolio por todos los ciudadanos, consumidores de Patatas o no.
En ese
Mercado Diario, Real, de Patatas, son adquiridas, pues, las PUR (Patatas de
Último Recurso). Y lo son al precio de mercado. Si éste es inferior al Precio
fijado en la Subasta trimestral, el Capital Especulativo se lucra con la
diferencia. Si fuese superior (posibilidad altamente improbable), la diferencia
habría de ser asumida por las correspondientes aseguradoras, siempre presentes
en las Subastas trimestrales, al ser tal seguro exigido para la participación.
Destacaremos que las aseguradoras están controladas, en general, por el mismo
Poder Financiero del Capital Especulativo, que controla el Oligopolio de
Productores de Patatas, y por ello, también la práctica totalidad del
oligopolio secundario -derivado del anterior- de distribución y
comercialización de patatas.
Son las
Leyes del Libre Mercado las que, en este Mercado de Patatas tan cautivo, determinan
el precio diario de las Patatas Reales. Y es un precio muy inferior al que se
paga por las PUR. La diferencia es especulativa. El resto es una estafa. ¿A
quien se le podría ocurrir instaurar tal aberrante Mercado de Patatas? Yo me
pasaría al arroz. Pero no me dejan.
Si es el
Gobierno el que, directamente, ordena la producción de Patatas, asumiendo sus
costes, pues dependerán de sus propias decisiones -como estas han de depender
del Interés General-, el ahorro de los ciudadanos, así como el ahorro de los
consumidores de Patatas, sería equivalente a los miles y miles de millones de
euros que nos cuesta esta estafa trimestral. Y que debemos pagar con el
producto de nuestro esfuerzo, por vía de impuestos. Que, recordemos, acaban
llegando, vía “Puertas Giratorias”, en gruesas mordidas a los políticos que
tomaron las decisiones que posibilitaron la monumental estafa eléctrica. Es la
Dádiva que da lugar al Cohecho. Y a la Estafa que nos está llevando a la
catástrofe en que están convirtiendo nuestras vidas.
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