Por
Jesús Díaz Formoso (Abogado)
La anterior Convocatoria realizada
por ¡En Pié!: “25-S, Ocupa el Congreso”, supuso un punto de inflexión
verdaderamente histórico. Será a partir de esa fecha que la expresión “Proceso
Constituyente” adquiere carta de naturaleza para la generalidad de la
ciudadanía. La Constitución del 78 ha dejado de ser el sagrado altar ante el
que se sacrifican nuestras vidas.
La Constitución del 78 fue fruto del
“consenso”. Fruto envenenado, en cuyo corazón se ocultaba la realidad de su
Imposición. Realidad puesta definitivamente de manifiesto tras el 25-S.
El mecanismo del “Consenso” como
medio para llevar a cabo el proceso constituyente culminado en 1978, partió de
la invocación al miedo que producía la supervivencia de la Dictadura tras la
muerte del Dictador. Quienes tenían a su disposición la fuerza del aparato
represor y militar del Estado, lograron imponer su voluntad, ocultándola bajo
la envoltura del fantasma del “consenso”. Crearon así el monstruoso aparato
estatal que vino a sustituir el régimen Dictatorial por un Régimen de Partidos,
en el que tendrían que integrarse los ciudadanos, separados de su poder
soberano, secuestrado por el Estado de Partidos contra el que ahora nos
rebelamos masivamente.
La estructura de tal Estado de
Partidos (y no de ciudadanos) recuerda a la estructura de la Iglesia Católica:
Si en ésta, la relación del individuo con la divinidad se pone a cargo de una
casta sacerdotal, intermedia, que separa al humano de lo divino, en el Sistema
Constitucional de Partidos, el Poder Soberano del Pueblo es separado del Poder
Político por medio de una Casta interpuesta entre ambos, la Casta Política
Partidista (vinculada no al interés general, sino a sus intereses partidarios);
en realidad ambas situaciones representan un despojo de la autonomía
individual, en favor de los intereses de las Élites detentadoras del Poder
fáctico.
Con la nueva Convocatoria realizada
por ¡En Pié!: “25-A, Asedia el Congreso”, renace la falaz invocación al
“Consenso” como mecanismo de toma de decisiones. De nuevo, se presenta una
estructura de decisión absolutamente vertical y jerarquizada, como horizontal y
no jerárquica. La misma falacia que nos ha conducido a la desgraciada situación
actual, en que la corrupción “es” el poder.
Quienes pretenden, de nuevo, imponer
su voluntad, invocan al Consenso, cuando en realidad intentan hacer valer una
Autoridad que nadie les ha conferido. La mecánica es tan sencilla como -hasta
el momento- efectiva: Sustituyendo la palabra “autorización” por la expresión
“consenso” se percibe con claridad.
Si no doy mi aceptación a aquéllo a
lo que me opongo, nunca habrá consenso, y por tanto, se mantendrá el “status
quo” actual. Solo es posible consensuar aquéllo que estoy dispuesto a aceptar.
Las consecuencias de tal planteamiento se evidencian en la crisis del llamado
“movimiento 15M”, cuya situación de atonía fue contagiada a la ciudadanía
mediante su dirección de los sucesos de 2011, en aquél verano en que los
ciudadanos fuimos conscientes de nuestro irresistible poder y, sin embargo,
sucumbimos a la mayoría absoluta más reaccionaria que ha existido desde 1976.
El planteamiento no puede ser otro
que el significado desde ¡En Pié! mediante la Convocatoria “25A-Asedia el
Congreso”; Autonomía de la voluntad individual y respeto al ejercicio
individual de los Derechos Humanos. No necesitamos permiso de nadie para
ejercitar nuestros Derechos de Reunión y Manifestación o las Libertades de
Expresión e Información.
De otra forma, y no lamento ser
reiterativo en este punto, someteremos el ejercicio de nuestros derechos
fundamentales a la autorización -precisamente- de quien se opone a tal concreto
ejercicio. Eso no es consenso, sino imposición. Esto ha de quedar claro.
El resultado de la insumisión por
parte de los integrantes de ¡En Pié! a la voluntad de quienes -desde dentro
del movimiento de oposición al corrupto Poder Político “Neofranquista”- se
oponen a sus planteamientos, ha logrado situar al poder en una verdadera
encrucijada, a la vez que ha generado una sólida posibilidad de apertura de un
Proceso Constituyente. No es una sorpresa: El camino se hace al andar.
La “espantá” de los Diputados, que
han decidido no celebrar el pleno que estaba previsto para el día 25A, abre un
horizonte, si bien largamente deseado, desconocido hasta el momento. La
responsabilidad de la acción, a la vez que la iniciativa política, ha caído desde
las Instituciones a la calle; desde la corrupta Casta Política al Pueblo, que
ahora se ve ante una posibilidad real de recuperar el ejercicio de su Poder
Soberano, secuestrado hasta ahora por el aparato político estatal de partidos,
encarnado en el Congreso de los Diputados.
¿En que situación nos encontramos
tras la decisión de no convocar el Pleno del Congreso el día 25 de Abril, día
fijado para la Convocatoria de ¡En Pié!?
Para responder a esta cuestión,
hemos de partir de algunas consideraciones previas: En primer término,
recientemente hemos conocido como en estos momentos -históricos, para bien o
para mal- la desafección de los ciudadanos hacia el Corrupto Sistema de
Partidos que nos subyuga es máxima, con una intención abstencionista que
alcanza a dos terceras partes del censo electoral, como se expone en http://iniciativadebate.org/2013/04/08/ahora-si-esta-ocurriendo-algo-muy-importante-confirmando-la-abstencion/
En segundo término, la
deslegitimación absoluta del Poder Político que sustenta este sistema corrupto;
desprestigio total que alcanza a todas las Instituciones, tanto públicas como
privadas.
En tercer lugar, la incuestionable
legitimidad de la Convocatoria realizada por ¡En Pié!: “25A-Asedia el
Congreso”, expuesta por el Comunicado de AUSAJ que todos los medios de
comunicación del sistema intentan silenciar, afortunadamente sin mucho éxito;
comunicado que se puede leer y descargar aquí (http://iniciativadebate.org/wp-content/uploads/2013/04/nsmail-1.pdf
)
Y en cuarto lugar, por el carácter
inclusivo, abierto, descentralizado e indefinido de la Convocatoria de ¡En Pié!
“25A – Asedia el Congreso”. Convocatoria inclusiva y abierta, aun cuando parte
de un colectivo cerrado y no inclusivo.
En estas condiciones, más aún a la
vista del tiempo que todavía resta para llegar al día 25 de abril, es, no solo
posible, sino necesario, dar de inmediato -evitando perder la iniciativa de la
que en este momento disponemos como Pueblo Soberano- el paso definitivo: ABRIR
EL PROCESO CONSTITUYENTE, generando debates desde cada plaza, en cada lugar de
trabajo, en cada aula, en cada facultad, en cada clase, en cada comunidad de
vecinos, en cada café, en cada familia. El Proceso Constituyente ha de ser obra
del Pueblo. Y es el momento de llevarlo a cabo. No pedimos; actuamos
nuestro Poder Soberano. Somos el Pueblo. Potencia en movimiento.
El Congreso es solo el símbolo del
Estado Corrupto. No nos importa lo que allí se hace. Si sustituimos a los 350
diputados por 350 monos adiestrados para apretar un botón, nada cambiaría. Sin
embargo, si cae el Congreso, cae el Gobierno (es importante tener presente que
esta ecuación no tiene la propiedad conmutativa: Si cae el Gobierno, no cae el
Parlamento).
El 25 de Abril es posible dar el
paso. Solo necesitamos llegar allí con el Proceso Constituyente en marcha. La
mayor parte de los Diputados estarán ausentes del Congreso. Como debe ser: El
mensaje ha de ser claro: los Diputados que están dentro podrán salir, pero
nadie volverá a sentarse en un escaño mientras no sea elegido para formar parte
de las CORTES CONSTITUYENTES.