domingo, 13 de enero de 2013

Hay que ver cómo hemos cambiado.


Me acaban de enviar por correo electrónico esta comparativa:

Preámbulo de la LOE (2006)
“Las sociedades actuales conceden gran importancia a la educación que reciben sus jóvenes, en la convicción de que de ella dependen tanto el bienestar individual como el colectivo. La educación es el medio más adecuado para construir su personalidad, desarrollar al máximo sus capacidades, conformar su propia identidad personal y configurar su comprensión de la realidad, integrando la dimensión cognoscitiva, la afectiva y la axiológica. Para la sociedad, la educación es el medio de transmitir y, al mismo tiempo, de renovar la cultura y el acervo de conocimientos y valores que la sustentan, de extraer las máximas posibilidades de sus fuentes de riqueza, de fomentar la convivencia democrática y el respeto a las diferencias individuales, de promover la solidaridad y evitar la discriminación, con el objetivo fundamental de lograr la necesaria cohesión social. Además, la educación es el medio más adecuado para garantizar el ejercicio de la ciudadanía democrática, responsable, libre y crítica, que resulta indispensable para la constitución de sociedades avanzadas, dinámicas y justas. Por ese motivo, una buena educación es la mayor riqueza y el principal recurso de un país y de sus ciudadanos.”

Primer párrafo del Anteproyecto de la LOMCE (2012) (Ley Wert):
“La educación es el motor que promueve la competitividad de la economía y las cotas de prosperidad de un país; su nivel educativo determina su capacidad de competir con éxito en la arena internacional y de afrontar los desafíos que se planteen en el futuro. Mejorar el nivel de los ciudadanos en el ámbito educativo supone abrirles las puertas a puestos de trabajo de alta cualificación, lo que representa una apuesta por el crecimiento económico y por conseguir ventajas competitivas en el mercado global.”

Parece que en seis años las cosas han cambiado mucho.

Llegados a este punto, uno se plantea si realmente los que tratan de instaurar ese modelo de sociedad creen de verdad en él o hacen lo que les mandan. Bien entendido que ambas posibilidades dan auténtico pánico.

Las sociedades competitivas terminan con un fuerte controlando a los débiles y algunos débiles tratando de aplicar a los fuertes su propia medicina a base de artilugios como este:


Propongo a Wert que añada al diseño curricular de los nuevos ciclos, cinco horas de orden de combate semanales para alumnos de clase baja. Por aquello del equilibrio de poderes, ya sabéis.

Os recuerdo que los poderosos nunca disparan, siempre envían a alguien a que mate y se mate por ellos.

"Las armas las carga el diablo y las dispara un imbécil".