jueves, 27 de junio de 2013

No hay democracia sin justicia. No hay justicia sin independencia judicial.


¿Ha vencido la justicia?

En su artículo 1, la Constitución Española de 1978 definió tres pilares sobre los que construir nuestro futuro país. Un trípode refrendado mayoritariamente por los españoles con su voto sobre el que apoyar la construcción de un estado diferente:

“1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.”

Aquel esperanzador texto, abría la puerta a un modelo de cooperación, de búsqueda del bienestar y la igualdad (social), en el ámbito de una sociedad capaz de decidir y responsabilizarse de su futuro (democrático) y amparado todo en el marco de unas leyes que nos obligarían a todos por igual y con una reconocida separación de poderes que dotaría de los medios necesarios para salvaguardar el perfecto funcionamiento de los engranajes de esta, entonces novedosa maquinaria, que se ponía en nuestras manos.

35 años después, una crisis en cuyas causas todos, incluso desde el prisma de las más alejadas diferencias ideológicas, estamos de acuerdo, aunque podamos discrepar luego en cuanto a sus culpables, ha carcomido sin piedad el sentido social de nuestra carta magna, rindiendo el bienestar de la población y supeditando nuestra norma fundamental, al mandato imperativo de la Comisión Europea, El Banco Central Europeo y El Fondo Monetario Internacional que nos obligan a un incomprensible suicidio social ante el que sólo nos quedaría como respuesta más democracia y el ejercicio del derecho.

Pero cuando los ciudadanos pedimos a nuestros representantes que detengan con urgencia esta sangría que ya nadie soporta, y a pesar de que todas las encuestas indican el desmoronamiento del apoyo a nuestro parlamento actual, nuestros diputados se amparan en una mayoría absoluta que en unas elecciones convocadas hoy ya no tendrían, lo que hace muy dudoso y deslegitima el poder democrático de nuestro gobierno actual e incluso de la composición al completo de nuestra cámara baja.

Dilapidado el sentido social, cuestionado el valor democrático de quienes nos representan, y aderezado todo con el amargo sabor de la corrupción que parece haberse generalizado en nuestras instituciones, el único baluarte que le queda como refugio al ciudadano es el derecho.

Sin embargo, quienes hoy nos dirigen, sean quienes sean, no parecen tener la más mínima intención de dejarse amedrentar por ninguna ley que les incomode y no tienen recato en utilizar todos los medios a su alcance para entorpecer la encomiable labor de aquellos jueces que, en un ejercicio de coraje en defensa de su independencia, plantan cara a la corrupción en lo que parece ser hoy la “intrepidez” de llevar a efecto la máxima constitucional de que la justicia es igual para todos.

Es por eso que nosotros, los representados, aquellos a los que nuestra constitución vigente atribuye el origen de la soberanía, manifestamos nuestra admiración y apoyo absoluto a aquellos jueces que ejercen su profesión con valentía, con rigor, con transparencia, con independencia y con un gran sentido de la responsabilidad, poniendo en juego incluso sus carreras en defensa de la única arma que podemos ya esgrimir: nuestro derecho a pedir justicia. Ellos son el único pilar que sustenta hoy ya nuestro sueño democrático. 

Artículo recomendado: Pero no pasa nada, de Lucía Etchebarría

domingo, 16 de junio de 2013

Contestando a Juan Moreno

Juan Moreno, periodista del semanario Alemán  Der Spiegel ha publicado un, aparentemente controvertido artículo en su revista, en el que manifiesta abiertamente su opinión sobre nuestro país. Y digo aparentemente porque han sido muchos los comentarios que ha suscitado y, desde luego, no todos buenos, sin embargo me sigue extrañando el desmesurado rechazo que algunos demuestran cuando les tocan el orgullo patrio que luego sólo enarbolan cuando nuestra selección de fútbol juega algún partido "importante". Parece que muchos hacen suyo aquello de: "a usted ni se le ocurra hablar mal de mi país que de mi país ya hablo mal yo".

En esta España, en la que todos queremos que los demás cumplan las normas y que nos dejen a nosotros las excepciones, no es habitual cargar las tintas para defenderse de un "ataque" pero, ¿es este artículo un ataque? 

Hay que decir, porque creo que muchos no lo saben, que Juan Moreno es español, aunque trabaje para un medio alemán.

Vamos a desmenuzar un poco algunos de sus contenidos.

-       España tiene los políticos que se merece.
Sin duda. Nuestro empeño en delegar responsabilidades siempre en el otro ha consolidado una clase política a la que culpamos de todos nuestros males pero a la que seguimos votando como autómatas cada cuatro años porque: "Si no votas no tienes derecho a quejarte"

-       Ni un solo político español ha dado un golpe para hacerse con el poder.
Cierto, pero no desprecies las iniciativas populares que, aunque con poco éxito, han demostrado que muchos no estamos aborregados.

-        Estoy harto del gimoteo en los cafés, del despotrique sobre Merkel, sobre Europa, ya no lo soporto más.
Coincido. Quitar a un español el derecho a quejarse sería como quitarle a un alemán la cerveza. Ademas, ¿acaso no votamos cada cuatro años precisamente para eso? Al menos esa es la democracia que nos han vendido hasta ahora. Quizá habría que ir pensando en hacer cambios ¿no os parece?

-       Cuando la música todavía sonaba en la gran fiesta española, nadie se interesaba por Merkel.
Cierto pero, no olvides que, en la gran fiesta española, quien puso la comida, la bebida, la música y el confeti fue en buena parte Alemania. Nuestra única culpa ha sido no haber sabido decir: “no gracias”.

-       España es un país en el que los políticos de los pueblos ganan elecciones porque traen grupos de música populares a las fiestas o porque les ponen nombres a las calles sobre los que las comunidades no pueden ni hablar.
No todos pero también es cierto. En Alemania se ganan elecciones diciendo que la culpa de todo la tienen Portugal, Irlanda, Grecia y España pero, al menos se dimite cuando a uno le pillan que ha copiado su tesis doctoral, aunque no cuando uno se gasta cientos de millones en fabricar drones que no podrán volar.

-        Un país en el que hasta los conventos le pagan en negro al jardinero.
Cierto. Y también algunas empresas empiezan a trabajar mayoritariamente en negro para poder simular pérdidas y echar así a la mayor parte de sus trabajadores más veteranos a bajo coste. Todo gracias a la reforma laboral del PP instada también por Alemania.

-       Un país en el que hay pueblos, como el de mis padres, en el que la mayoría de los habitantes o trabajan en negro, o no pagan impuestos como deben o le deben su empleo a los amigos políticos.
Totalmente de acuerdo, que eso se de también en otros países, no nos excusa como pueblo. Somos un país patriota de boquilla hasta que nos tocan la cartera.


En resumen, cuánto mejor no nos iría a todos, alemanes y españoles, si en vez de mirar la paja en el ojo ajeno, empezáramos a ver la viga en el propio.

lunes, 3 de junio de 2013

¿No podemos decir...?

"No podemos decir que trabajar en la UE es trabajar en el extranjero"
"En la medida en que estén en Europa están en casa". (Esteban González Pons)
La Voz de Galicia.


No podemos decir que obtener un Doctorado en Derecho Constitucional o alcanzar la vicesecretaría de un partido acredite razón, sensibilidad o empatía alguna.

No podemos decir que todos los políticos digan lo que piensan, mucho menos que piensen lo que dicen y menos aún que valoren las consecuencias de lo que dicen.

No podemos decir que los políticos sean capaces de ponerse en la piel de los administrados y sentir como ellos dado que sólo bajan a este “submundo” una vez cada cuatro años.

No podemos decir siquiera que quienes ocupan el parlamento tengan la más mínima idea del efecto que producen sus declaraciones en la población.

No podemos decir que González Pons sepa de qué está hablando puesto que él no ha tenido que irse a trabajar al extranjero.

Aunque seguramente sí le preocupa y mucho el futuro de sus hijos, no podemos decir que le preocupe en absoluto el de los nuestros.

Sí podemos decir que a González Pons no le es posible saber lo que siente un joven que tiene que dejar a su familia y amigos atrás para vender sus conocimientos y sus servicios a un país que le ofrece unas condiciones laborales que en el suyo no podrá ni soñar, gracias entre otros muchos al señor González Pons.

Sí podemos decir que González Pons llamaba nacis a los que fueron a su casa a recordarle que hay familias que se están quedando en la calle gracias, entre otros motivos, a lo que él no hace.

Sí podemos decir que declaraciones como esta deberían tener una respuesta de los aludidos que no se dará puesto que en nuestra, mal llamada democracia, no existen mecanismos para ello, y lo que el señor González Pons y su partido esperan de la ciudadanía, es un "silencio ejemplar y responsable".

Sí puedo decir, que echo de menos algo de mesura, sensibilidad, respeto, solidaridad, sentido del honor, caballerosidad y generosidad en las declaraciones de políticos que, últimamente con demasiada frecuencia abofetean nuestra inteligencia tratando de hacernos ver las cosas como a ellos les gustaría que las viéramos.