El tono de los correos refleja una
lógica indignación que llega a veces incluso al insulto y la humillación del
personaje en cuestión mediante fotografías trucadas.
El colofón suele llevar siempre
alguna de las siguientes frases: hagamos fuerza entre todos…, exijamos con
firmeza…, firmemos todos contra…, protestemos enérgicamente…, no callemos ante…
Sin embargo en ninguno he visto que se indique un lugar en el que firmar,
alguna iniciativa concreta para reivindicar nada o ninguna medida de presión en
contra. Todos sin excepción se limitan a pedirnos que hagamos pero sin hacer.
Parecen pretender que la iniciativa parta de otros, como si se tratara de
semillas que el agricultor lanza a ciegas con la esperanza de que alguna caiga
en tierra fértil.
En este país de pícaros, en el que
sólo el 16,4% de los trabajadores están afiliados a algún sindicato y en el que
sin embargo todos se benefician de los logros sindicales, parece que la
indignación ha adoptado en algunos la fórmula del “ve tú delante a ver qué
pasa”.
Por eso os pido que no me
escribáis más los que el día 12 os habéis quedado en casa, los que miráis las
protestas desde el balcón, los que nunca os pronunciáis por si acaso, los que
decís: “no sirve de nada”. Nadie os obliga a luchar pero, al menos, mirad esta
batalla en silencio y disfrutad callados de los beneficios de sus éxitos que ya
nosotros asumiremos las derrotas.