lunes, 16 de abril de 2012

A veces, la sabiduría se demuestra callando.


Don Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias se ha lesionado en una cacería de elefantes en Botsuana. Su esposa, Doña Sofía Margarita Victoria Federica regresa de celebrar la Pascua Ortodoxa en su país natal. Su nieto Don Felipe Juan Froilán de Todos los Santos de Marichalar y Borbón, en un accidente, se dispara con una escopeta de 12mm en un pie.

No han tardado los distintos medios, nunca sabré si motu proprio o bajo requerimiento, en fabricar toda una componenda de excusas para amortiguar las posibles consecuencias que estos hechos podrían implicar en el deterioro de la imagen de la monarquía:
  • En Botsuana sobran elefantes. De hecho, gracias a las cacerías, ahora tiene superpoblación mientras en otros países se están extinguiendo.
  • Son trastadas de niños.
  • Sólo se cazan los que están viejos o enfermos.
  • Es normal que un niño maneje una escopeta del 12 igual que cualquiera hace prácticas con un coche antes de sacarse el carné.
  • La cacería salió gratis. Y si no, puede hacer con su dinero lo que le dé la gana.
  • Las escopetas del 12 (36 para los americanos) no tienen ningún peligro.
  • La reina pasa habitualmente la pascua con su familia.
  • Etc.

Me imagino que les puede más su clientelismo y esa extraña devoción que los hace más papistas que el papa que la propia razón, porque si alguno releyese sus artículos tendría necesariamente que ruborizarse.

Yo, sinceramente, no sé qué pensar.
Si Don Juan Carlos puede hacer lo mismo que tú y que yo. Si puede disponer de tiempo libre cuando le apetezca sin decir a nadie lo que hace con él. Si no tiene que dar explicaciones a nadie acerca de lo que hace con su dinero ni dónde ni en qué ni con quién lo gasta. Si no está obligado a mantener una cierta cohesión familiar ni tan siquiera cierta coherencia dinástica en la sucesión. Si no tiene que cuidar las formas y en determinados momentos puede inhibirse de sus responsabilidades. ¿No será entonces que realmente es un ser humano como tú y como yo? Y si es así ¿Qué es entonces un rey?

Y, por otro lado,¿qué excusas fabricarían los medios si el que se hubiera ido de cacería fuera el presidente de la tercera República?

Pero, sin duda, lo más sorprendente no son los hechos en sí, sino ver como toda la corte alaba el traje de fina tela de oro del emperador, mientras los pobres necios no vemos más que un hombre desnudo.

A pesar de todo, no pierdo las esperanza de ser también yo sabio algún día.