Esta gráfica abarca sólo hasta el año 2009. En los últimos
tres años, el IPC ha aumentado en un 6,4%, incrementando por tanto la
diferencia hasta el 30,5%.
Hasta 2009 el salario medio de los contratados por tiempo
indefinido fue de: 23.979,65 €
mientras que el de los contratados por un período determinado fue de: 16.700,92 €. Bien entendido que el
salario medio no es muy representativo puesto que, como todos sabéis y se suele
decir, para las estadísticas, si tú tienes dos pollos y yo ninguno, ambos
tenemos uno, aunque el resultado final sea que tú comes y yo miro.
Lo que estos datos indican, es que el empobrecimiento de los
trabajadores españoles ha sido sustancial desde nuestra integración plena en
Europa. Eso sin tener en cuenta la pérdida progresiva de ciertas prestaciones
sociales o las congelaciones o reducciones salariales a los funcionarios.
Sentada esta base, analicemos algunas de las opiniones que
se están vertiendo de uno y otro lado respecto de esta huelga general:
- Es una huelga irresponsable.
Hagamos un poco de “política ficción”. Imaginemos un
naufragio, una lancha salvavidas llena al completo y un grupo de supervivientes
que nadan desesperados hacia ella entendiendo que es la última esperanza para
salvar sus vidas. Cuando se están acercando, alguien abordo dice: “Bien, como
no cavemos más en la embarcación, alguno de vosotros deberá tirarse al océano
para dejar sitio a los nuevos, así que propongo que sean los más viejos los que
“voluntariamente” se tiren.” Los más entrados en años se miran unos a otros y
al unísono exclaman: “¿Y por qué no empiezas por tirarte tú? A lo que el
improvisado líder replica: ”Estáis haciendo un enorme ejercicio de
irresponsabilidad. Vosotros ya habéis vivido bastante, además dentro de poco
llegará ayuda. ¿Acaso vais a permitir que esta gente muera”?
- No se ha dado al gobierno ni los cien días de margen de confianza y ya se le convoca una huelga general. Estas prisas sólo tienen como motivo las elecciones autonómicas de Andalucía.
Lo cierto es que esta referencia de los cien días no tiene
ninguna validez jurídica ni siquiera moral o política, se podría haber tomado
como referencia cualquier otra, por ejemplo, habría sido más correcto decir:
“Aún no han pasado cuatro meses desde la toma de posesión de Rajoy y ya se le
convoca una huelga general”.
Sea cual sea la afirmación que os parezca más exacta, el
caso es que no ha tardado ni los cien días ni los cuatro meses el gobierno en
elaborar la reforma laboral y dado que la reacción siempre es posterior a la
acción y no al revés, no entiendo que se utilice este argumento como defensa de
dicha reforma.
Respecto a las elecciones autonómicas del día 25 de marzo,
son cuatro días antes de la huelga y el interés del PSOE en apadrinar esta
convocatoria no se entiende muy bien, cuando ellos mismos elaboraron en 2010
una reforma laboral que también fue contestada con una huelga general y que se
demostró ineficaz para la creación de empleo. De todos modos las
intencionalidades, aunque probables, son difícilmente demostrables. Recuerdo que de niño, mi hermano siempre
quería jugar con el juguete con el que yo estaba jugando en ese momento. Quizá
su intención era fastidiarme pero es posible que lo que yo entendía como un
ataque, para él fuera un intento de compartir el juego conmigo.
- Los sindicatos son una masa de liberados, subvencionados , sobre-representados y más pendientes de la función pública que de la privada.
En lo referente a los liberados, según datos de la CEOE, en
España hay 4.127 personas que dedican su tiempo completo al trabajo sindical
mientras cobran su salario de las empresas a cuyos trabajadores representan.
Según la misma fuente, el coste para las empresas es de “más de 250 millones de
euros al año, sin contar el coste de reposición y/o la productividad asociada”.
Lo que nos da una media de salario anual por liberado de 60.576 € anuales. Si
volvéis al principio de este artículo, veréis que es casi tres veces más del
salario medio para los contratados por tiempo indefinido en 2009, lo que deja
en mal lugar a la CEOE, o bien porque parece mimar en exceso a sus liberados
sindicales o bien porque el cálculo no parece del todo fiable.
Además, para ser honestos, hemos de tener en cuenta que
existen sindicatos como la CNT que no sólo no tienen liberados sino que además
no perciben ni un solo euro del estado, ingresando casi exclusivamente las
cuotas de sus afiliados.
De todo esto lo que sí parece deducirse es que el modelo
sindical o bien es rechazado por la mayoría de trabajadores, o bien no ha sido
bien comprendido.
Estos días, los periódicos nos bombardean información sobre
la cantidad de dinero que cuestan al estado los sindicatos en concepto de
subvenciones y formación, con los desorbitados salarios de sus dirigentes y
denunciando sus silencios mientras el gobierno era del PSOE.
Sean cuales sean las causas de todo esto, lo que parecen
indicar los datos es que hay una desconexión enorme entre la gran masa de
trabajadores de España y sus organizaciones sindicales. Y no parece que estos
hayan tomado ningún tipo de medida para reconciliarse con aquellos a los que
dicen representar.
Es normal que un trabajador de la construcción o una transportista,
no se sientan representados por unos dirigentes que superan, según se dice, los
100.000 euros anuales de salario y que se pasean por la ciudad en coche con
chofer. Tampoco la empleada de una conservera o un maestro pueden sentirse bien
representados por unos compañeros liberados que no tienen apenas contacto con
el devenir cotidiano de su puesto de trabajo, centrándose más en tareas
administrativas ajenas a la actividad propia de la empresa y que suponen además
una carga importante sobre los costes de producción.
Parece que urge una autocrítica en los líderes sindicales y un
cambio urgente de estrategia que recupere la fe de sus compañeros. ¿Qué tal si
seguimos el ejemplo de la CNT? ¿Podría negociarse con el gobierno la afiliación
obligatoria a cambio de no recibir ni un solo euro del estado? ¿No podría ser esta
una alternativa que incentivase la implicación de los trabajadores en la
defensa de sus propios intereses? ¿No tendrían así las mesas de negociación
colectiva una mayor fuerza representativa? No será que todo se hace por
defender una forma de vida privilegiada a la que uno tan fácilmente se hace
adicto.
¿Dónde ha quedado aquel: “¡Ni nos domaron, ni nos doblaron,
ni nos van a domesticar!”?
- En esta reforma laboral sólo se sacrifican los trabajadores en cambio no hay sacrificio alguno por parte de los empresarios.
Cuando “España iba bien” era necesaria la moderación
salarial para poder seguir creciendo. Ahora que todo va mal, no sólo moderación
sino también reducción.
Esto hace pensar que en época de vacas gordas, quizá se echa
de menos una mejor distribución de la leche.
Seamos sinceros. Es cierto que hay empresarios que han
sabido mantener esa misma moderación salarial en sus propios sueldos y que
cuando las cosas vinieron mal dadas, han tenido que hipotecar sus bienes y con
ello su futuro para asegurar la paga mensual a sus trabajadores. Vaya desde
aquí mi reconocimiento a quienes se han visto en tales trances y han querido
sacrificarse por el bien de la mayoría.
Desgraciadamente, también ha habido quien teniendo a su
empresa bajo un ERE, o tras un acuerdo de reducción salarial por parte de los
trabajadores para asegurar la vida de la empresa, no sólo no se ha reducido su
sueldo ni un euro sino que ha aprovechado para comprarse un choche de lujo.
Pero este país es así. Tanta gloria como miseria hay por un
lado como por el otro. Somos capaces de las mayores heroicidades y de las más
grandes vilezas y esto no es cosa de empresarios o de trabajadores, es cuestión
de conciencia y a esa, o se la escucha o se amordaza a perpetuidad.
Sin embargo, también la CEOE debería hacer sus reflexiones.
Con 1.450.000 empresarios y autónomos afiliados, tan solo
800 delegados forman la Asamblea General que es su órgano supremo.
Como veis, dado que también en las negociaciones sólo
aparecen UGT y CCOO, vuestro futuro laboral lo deciden en realidad los
representantes de alrededor de unos tres millones de personas entre sindicatos
y empresarios. Ellos se erigen en una representación que, por número quizá no
debería corresponderles, visto que la inmensa mayoría de trabajadores y
empresarios no se sienten representados por ninguno de ellos.
La CEOE, opera pues más como una asociación de individuos
que miran por sus intereses particulares que como una agrupación interesada en
el bien de un colectivo. Parecen seguir considerando a los trabajadores como un gasto y no como una inversión.
Me explicaré. Supongamos que tú y yo somos empresarios y que
mientras mi empresa fabrica coches, la tuya distribuye prendas de vestir. Ambas
empresas se rigen por una ecuación extraordinariamente simple: B = I – G es
decir, los Beneficios son igual a los Ingresos menos los Gastos. La restricción
salarial en mi fábrica de coches me permitirá una reducción de costes de producción que hará por tanto que mis vehículos sean más
baratos y, por consiguiente, más competitivos, de modo que mis beneficios
serán mayores. Sin embargo la misma restricción salarial en tu empresa hará que
tus empleados, que iban a cambiar de coche, opten por quedarse con el viejo y
dejar el cambio de vehículo para momentos mejores, de modo que en realidad,
aunque mis costes sean menores, mis ingresos a la larga lo serán aún más puesto que mis clientes potenciales (tus empleados) habrán perdido poder adquisitivo.
¿Por qué será que los países que están soportando mejor la
crisis en Europa son los que tienen los salarios más altos? Pues probablemente
porque si ingresas mensualmente 3000 euros y te descuentan un 10 por ciento,
tus ingresos se quedarán en 2700 lo que quizá te obligue a reducir tus ahorros
pero, si no eres persona de excesos, no
supondrá un grave quebranto en tu nivel de consumo y quizá puedas seguir
pensando en ese coche nuevo. Sin embargo si tu sueldo son 700, un 10% de
reducción supondrá un necesario e importante reajuste de tus gastos y si tenías
pensado arreglar aquella rozadura que un día le hiciste al Seat Ibiza en el garaje,
ahora el arreglo tendrá que esperar.
Los empresarios se quejan de la falta de productividad de
los españoles y los trabajadores de las pésimas condiciones de trabajo. Es
decir: “Ellos hacen que me pagan y yo hago que trabajo”
Parece claro que este desencuentro no es un entorno propicio
para hacer crecer nada. Se echa de menos una autocrítica efectiva y un cambio
de actitud en ambas partes. Nuestros mejores empresarios no están ahogados por
las condiciones laborales de sus trabajadores sino por el exceso de impagos y
la falta de fluidez en el crédito. Abaratar el despido por definición incentiva
los despidos. Reducir los salarios, por lógica reducirá el consumo de la gran
masa de personas que en España viven de su trabajo.
Dicen que si bien se destruirá empleo, el año que viene
empezará a notarse el aumento de ofertas de trabajo. Pero, ¿qué clase de
trabajos?
Nos dicen que es mejor un trabajo de 400€ que ningún
trabajo. Pero ¿tiene que ser necesariamente de 400 €? ¿Por qué no de 200? Por
qué no abolir el estatuto de los trabajadores, establecer el despido libre y
gratuito, y que cada palo aguante su vela, es decir, que cada trabajador “negocie”
sus condiciones con el empresario. Eso crearía muchos puestos de trabajo, probablemente
el pleno empleo pero, ¿habría algo que
negociar? ¿Qué fuerza tendría el trabajador frente al empleador? ¿No fue eso lo
que nos llevó a la revolución industrial?¿Dónde está el límite?¿Qué nos reducirán
en la próxima crisis?
Ocurra lo que ocurra el 29 de marzo, tanto si eres
asalariado como empresario y no estás afiliado a ninguna organización, no
deberías quejarte puesto que todo esto, se debe también a tu apatía. Obviamente, es más fácil saber si un huevo está podrido, que ponerlo.